Ojo+Ojo

O

Mi ojo derecho abarca más que el izquierdo.

Para este último el tiempo acontece lineal, sin pausa. Ve lo cotidiano, el devenir de los días, los mismos rostros, mis pocos pelos parados cuando me levanto. Carece de imaginación, ve lo que hay que ver, nada más ni nada menos.

Cuando trato de apurarlo, cuando pido que me muestre el futuro, que transforme en imágenes los deseos, la esperanza, la perfección, la pureza, el misterio, la salvación, me devuelve el entorno de mi cuarto: un espejo, la cortina con flores, las puertas del ropero, la cómoda y el reloj que lo controla, condiciona y limita.

Si al ojo izquierdo le pido que mire para atrás, se niega. No quiere reproducir los momentos felices, mi niñez y juventud, la inocencia y el despertar. Tampoco me muestra la naturaleza que amé, aquellos colores del poniente en la cordillera o el mar con el sol cortado por el horizonte de agua inquieta, sólo se atreve a ver lo que hoy acontece, en un lugar, donde estoy, nada más que donde estoy, de ningún modo donde quiero estar, ni lo que realmente quiero ver.

El ojo derecho domina el tiempo, tiene la velocidad del reclamo y la dirección del pensamiento. No se aferra al instante, ni le preocupa recrear el pasado o mostrar el futuro. Sabe que todo es universo, único, sin ayer ni mañana, fruto de un solo acto de creación. Conoce que de ese modo no puede actuar el ojo izquierdo, porque está atado a la imperfección del hombre, obligado a recorrer el acontecer linealmente tirando de un hilo que no puede recuperar, siempre tirándolo al mismo ritmo, sin pausa ni proyección ni retorno.

El ojo derecho todo lo ve, todo lo comprende, pero tiene un problema: no lo puede transmitir. El cerebro se niega a transmitir ese inquietante fenómeno de captación fuera del orden prescripto.

A veces escapo durante mis sueños, guiño el ojo izquierdo, me aferro al derecho y ambos trotamos juntos por la inmensidad. Nos reímos de la memoria insuficiente, porque vemos otra vez lo que ya habíamos visto: el color indescriptible, las formas queridas, los mejores momentos. Nos olvidamos de la esperanza porque la asumimos, tomando lo que queremos tomar, consiguiendo lo que esperábamos conseguir, sanando al que queríamos sanar, dando de comer a los que queríamos alimentar. Vivimos la vida de los nietos y la de los nietos de los nietos, también la de los abuelos y la de los abuelos de los abuelos.

Ayer la oculista, chiquita, morocha con tonada peruana, me tapó un ojo y me dijo ¡lea!, luego el otro y repitió ¡lea!, no pude distinguir ninguna letra, todas fueron borrosas para cada ojo, las grandes y las chicas.

Después me dejó mirar con ambos ojos y pude leer nítidamente las tres primeras filas y algo más de las restantes. La oculista ponderó la ayuda que los ojos se prestaban entre sí: individualmente pobres, juntos capaces de ver tanto.

Eso ocurre con mis ojos izquierdo y derecho, con el adocenado y el indomable, con el realista y el surrealista. ¡Ay de los tuertos de uno u otro!

Sólo se vive con ambos y con ellos juntos pienso seguir recorriendo hasta el último instante el camino sin retorno, tirando del hilo, pero escapándome siempre que lo necesite para retornar nostálgico al pasado o tratar de atrapar ansioso al esquivo futuro.

 

 

1 Comentario

  • Hola Andrés

    Leí este hermoso cuento y me dejó pensando.
    Los ojos son como ventanas que cuando se abren si hay luz dejan pasar las imágenes del entorno que en
    ese momento nos rodean.
    Los ojos trabajan en presente, reciben,captan e incorporan. No pueden recordar pues los recuerdos, las imágenes y las vivencias están en nuestra memoria.
    El pasado lo tenemos incorporado como recuerdo ,vivencia o imagen. El futuro va transcurriendo y se presentifica a medida que avanzamos en nuestro camino de la vida.
    Por eso cuando cerramos los ojos para descansar o dormir esas imágenes vuelven a surgir no siempre nítidas y a veces fragmentadas pero las reconocemos.

    Gracias por el cuento.

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Andrés Rivas Molina

Andrés Rivas Molina nació en 1933 en la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Dedicó a la abogacía su vida de trabajo, integró el Poder Judicial de la Nación, fue docente universitario, y es doctrinario, premiado por la Academia Nacional de Derecho y ex miembro del Instituto de Derecho Civil de esta centenaria institución.
Aprendió a nadar y caminar simultáneamente, es incansable viajero por todos los rincones de nuestro país: la pampa, el mar, el desierto, los lagos y las montañas. Dibujante en su juventud de líneas y formas armónicas, abandonó la abstracción conquistado por el espacio, la luz, el color.
Expone sus pinturas.
Es autor del libro "La división y sus fábulas" -Año 2003-, "Bestiario iluminado" -Año 2009- Presentado en Frankfurt Alemania, incorporado al Iberoamericano Institut de Berlín bajo el título "Bestiario iluminado, cuentos de Andrés Rivas Molina, iluminaciones de Florencia Rivas Molina, idioma español", "Pichi y los muros desamparados" -Año 2015-, "Se nace para vivir" -Año 2019- presentado en la feria literaria digital de Frankfurt Alemania. y "Frente al fuego" -Año 2021-.
https://maizal.com/es/autor/andres-rivas-molina/
El cuento "Trampa" recibió en el año 2006 el primer premio en el concurso del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica. Fue publicado por el Centro en una Antología literaria "Palabras para el asombro" y por el autor en su libro "Bestiario Iluminado"
El cuento Infantil "Bolitita y Bolillero" recibió el segundo premio en el Eisteddfod del Chubut, año 2010.
Los cuadros y dibujos que iluminan sus cuentos en este blog y los libros publicados son obra de Florencia Rivas Molina.