El cuervo

E

Pájaro negro con mala fama por ladrón, representante de dioses tenebrosos, emblema de guerra, augur de las derrotas, memoria y alcahuete de Odín, imitador parlante. Como carroñero vuela sobre las olas que forman las pilas de cadáveres. ¿Acaso se le reconoce alguna buena cualidad? Tal vez su aguda inteligencia, pero ese privilegio no tiene color por sí solo, puede estar al servicio del bien o del mal.

Cuando los irlandeses acababan de encontrar al Dios único, y acoger la religión que predica la bondad, igualdad, y el cielo para los pobres de bienes y espíritu, el drakkar vikingo que venía de asolar las Orcadas, con un cuervo totémico bordado en su vela, símbolo de saqueo, matanza y destrucción, arribó a la costa de la isla del mar sin caminos.

A esa hora las campanas despertaban a los monjes, los invitaban al rezo y a trabajar en la iluminación de rascados palimpsestos y el caminante, con vocación de eremita, recorría la ribera escarpada meditando sobre la elección de su destino solitario, cuando se enfrentó con un personaje pelirrojo, de ojos claros y mirada oscura como las tormentas, pelo largo y pegoteado y un olor insoportable a pescado podrido.

El hacha asesina se levantó por principio, pero no bajó. El monje impasible no demostró miedo ni elevó sus brazos para protegerse, tampoco reclamó misericordia ni rogó por su vida en las formas habituales. Al contrario, su mirada traspasó la tormentosa del vikingo e ingresó para ver dentro de su mente inculta pero dotada.

El drakkar invasor fue avistado desde el monasterio. Varios monjes juntaron las reliquias que veneraban y partieron corriendo hasta las marismas para enterrarlas en la turba milenaria y esponjosa que anida al carbono. Los restantes se apresuraban a confesarse entre ellos con la certeza del fin de sus vidas.

Sobre el hombro del saqueador un cuervo producía ruidos de odio, imitaba palabras de guerra, llamaba a la sangre que tanto le placía, pero su amo resultaba sordo. El pájaro revoloteó alrededor de la pareja enfrentada sin entender semejante pasividad. Tampoco entendían a su jefe los guerreros que lo acompañaban.

El monje levantó lentamente su mano frágil y tocó la frente de Sven “El implacable”. El gesto motivó que hachas y lanzas se aprontaran, pero no la del jefe que bajó tan despacio como el brazo apacible que se le acercó.

Una sombra veloz cubrió la cara del ermitaño. El pájaro, habituado a compartir las víctimas de su amo, apuntó a los ojos, pero otra mano bondadosa se alzó y el cuervo se posó mansamente en ella, produciendo nuevos y ronroneantes sonidos y más desconcierto entre los guerreros.

Nadie pudo medir el tiempo que transcurrió hasta que el vikingo cayó de rodillas y besó el piso en señal de sumisión. Innecesarias eran las palabras porque no se hubieran comprendido.

“El implacable” gritó con autoridad su última orden: abandonar la presa, volver al barco y partir; solemnemente se sacó el casco y lo colocó en la cabeza de su noble hermano, les dio la espalda y subió junto al ermitaño por la interminable escalera que los llevaba al encumbrado monasterio.

Años más tarde dos monjes sabios e iluminados, uno celta y el otro vikingo, se dedicaron juntos a predicar por el mundo europeo y, después de la muerte, ingresaron por sus virtudes incomparables al santoral cristiano.

Y el pájaro negro, maldecido por los hombres y representación de connotaciones infernales, reconoció el poder de la bondad.

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Andrés Rivas Molina

Andrés Rivas Molina nació en 1933 en la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Dedicó a la abogacía su vida de trabajo, integró el Poder Judicial de la Nación, fue docente universitario, y es doctrinario, premiado por la Academia Nacional de Derecho y ex miembro del Instituto de Derecho Civil de esta centenaria institución.
Aprendió a nadar y caminar simultáneamente, es incansable viajero por todos los rincones de nuestro país: la pampa, el mar, el desierto, los lagos y las montañas. Dibujante en su juventud de líneas y formas armónicas, abandonó la abstracción conquistado por el espacio, la luz, el color.
Expone sus pinturas.
Es autor del libro "La división y sus fábulas" -Año 2003-, "Bestiario iluminado" -Año 2009- Presentado en Frankfurt Alemania, incorporado al Iberoamericano Institut de Berlín bajo el título "Bestiario iluminado, cuentos de Andrés Rivas Molina, iluminaciones de Florencia Rivas Molina, idioma español", "Pichi y los muros desamparados" -Año 2015-, "Se nace para vivir" -Año 2019- presentado en la feria literaria digital de Frankfurt Alemania. y "Frente al fuego" -Año 2021-.
https://maizal.com/es/autor/andres-rivas-molina/
El cuento "Trampa" recibió en el año 2006 el primer premio en el concurso del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica. Fue publicado por el Centro en una Antología literaria "Palabras para el asombro" y por el autor en su libro "Bestiario Iluminado"
El cuento Infantil "Bolitita y Bolillero" recibió el segundo premio en el Eisteddfod del Chubut, año 2010.
Los cuadros y dibujos que iluminan sus cuentos en este blog y los libros publicados son obra de Florencia Rivas Molina.