AutorAndrés Rivas Molina

Inmortalidad

I

    El hombre creyó vencer a Dios. Obtuvo la inmortalidad de todos los seres. Su carne ya no sería polvo, alimento del círculo de la evolución. El fuego destructor de la materia se extinguió, porque la materia era ya indestructible y nada podía alimentarlo. Tampoco los seres necesitaban comer y beber. Las plantas prescindían del agua para crecer y multiplicarse. Nadie cortaba un fruto...

Calor de hogar

C

  De diez a veinte bichos bolita se cerraron sobre sí mismos, reaccionando al primer sacudón de su vivienda, hasta entonces el más seguro e inmóvil de los mundos. También el blando y gelatinoso gusano se arrugó desde los extremos hacia el centro del cuerpo, convirtiéndose en un acordeón de baba no bien notó que el túnel construido con voracidad, jornada a jornada, cambió de posición. Las...

Ojo+Ojo

O

Mi ojo derecho abarca más que el izquierdo. Para este último el tiempo acontece lineal, sin pausa. Ve lo cotidiano, el devenir de los días, los mismos rostros, mis pocos pelos parados cuando me levanto. Carece de imaginación, ve lo que hay que ver, nada más ni nada menos. Cuando trato de apurarlo, cuando pido que me muestre el futuro, que transforme en imágenes los deseos, la esperanza, la...

Albatros

A

  El barco “Alta Mar” se hundió. Sólo sobrevivía un náufrago, pero no lo encontraron. Excelente nadador, supo flotar más que otros, aunque su resistencia se agotaba. Entonces amarizó el pájaro. Aunque era un observador de aves, nunca había visto nada tan grande. El albatros es la mayor de todas las voladoras que habitan este mundo y su inesperada compañera de natación era un ejemplar maduro...

Trampa

T

Los cazadores furtivos dejan trampas y, lo que es peor,  cebos venenosos para matar indiscriminadamente. De las muchas víctimas eligen unas pocas que producen dinero, las demás terminan como alimento de los jotes. Las trampas para pumas, con sus poderosos resortes, destruyen la pata que las activa y eso supone la muerte a corto plazo del que logra zafarse mutilado. El dueño buscaba en la espesura...

Onagro

O

Nos llevó dos años elegir un lugar en la inmensidad del monte xerófilo. Al fin optamos por un añoso quebrachal,  lindante con una represa de diez mil metros cuadrados que sólo estaba  llena durante dos o tres meses y decrecía día a día por evaporación, consumo y filtrado hasta convertirse en un hondón seco, sediento de nuevas lluvias estivales. A esta represa se llegaba por una huella...

Águila

Á

En nuestro inmenso campo, monte erizado, surcado por sendas caprichosas, hijas del agua, los burros y el ganado, virgen en lo demás, hicimos el “parque”. No plantamos ni sembramos, no hubo diseño ni búsqueda del equilibrio. Distinto a lo que la gente hace, sacamos y no pusimos, construimos dejando. Así quedaron tres espléndidos quebrachos, dos algarrobos, una lata de múltiples ramas, dos retamos...

El delfín

E

Fue y es nadador. Antes competía, ahora sólo goza. Todas las tardes se interna algo más allá de la rompiente y recorre varios kilómetros paralelos a la costa. Respeta y teme al mar con la certeza del que sabe. Le gusta nadar a esa hora, con la atmósfera que amplía al sol y el horizonte marino cortando su esfera por la mitad. También participan las olas, que dejan en la playa espumas redondas con...

La caja

L

Campo inmenso, seco, rudo, virginal, misterioso, salvaje, espinoso, mar de jarilla, monte infinito, canto ocre.   Con él recibí al mancarrón: torre negra a mi medida, cabeza descomunal, anca cuadrada. Miedoso, tropezador, con un galope capaz de destartalar al más pintado.   Campo y caballo son semejantes; dialogando con uno puedo conocer al otro. Montado, piernas abiertas, brújula en...

Poco tiempo

P

Era una playa milenaria, abrupta, descolorida, enmarcada por una alta barranca lisa y uniforme, pulida por los vientos, horadada  con nidos musicales, de belleza elemental. Un buen día llegaron decenas, centenas, miles de tortugas, tan viejas como la tierra misma. Una al lado de la otra, sin dejar el más mínimo espacio, formaron un infinito piso viviente. Con ellas llegó el color: absorbían del...

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Andrés Rivas Molina

Andrés Rivas Molina nació en 1933 en la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Dedicó a la abogacía su vida de trabajo, integró el Poder Judicial de la Nación, fue docente universitario, y es doctrinario, premiado por la Academia Nacional de Derecho y ex miembro del Instituto de Derecho Civil de esta centenaria institución.
Aprendió a nadar y caminar simultáneamente, es incansable viajero por todos los rincones de nuestro país: la pampa, el mar, el desierto, los lagos y las montañas. Dibujante en su juventud de líneas y formas armónicas, abandonó la abstracción conquistado por el espacio, la luz, el color.
Expone sus pinturas.
Es autor del libro "La división y sus fábulas" -Año 2003-, "Bestiario iluminado" -Año 2009- Presentado en Frankfurt Alemania, incorporado al Iberoamericano Institut de Berlín bajo el título "Bestiario iluminado, cuentos de Andrés Rivas Molina, iluminaciones de Florencia Rivas Molina, idioma español", "Pichi y los muros desamparados" -Año 2015-, "Se nace para vivir" -Año 2019- presentado en la feria literaria digital de Frankfurt Alemania. y "Frente al fuego" -Año 2021-.
https://maizal.com/es/autor/andres-rivas-molina/
El cuento "Trampa" recibió en el año 2006 el primer premio en el concurso del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica. Fue publicado por el Centro en una Antología literaria "Palabras para el asombro" y por el autor en su libro "Bestiario Iluminado"
El cuento Infantil "Bolitita y Bolillero" recibió el segundo premio en el Eisteddfod del Chubut, año 2010.
Los cuadros y dibujos que iluminan sus cuentos en este blog y los libros publicados son obra de Florencia Rivas Molina.